G o l p e d e e s t a b l o
[ la urraca que quiso ser gallo ]
Ocurrió
a finales del invierno, un año frío como un cuerno. Los campos aún estaban
cubiertos de nieve, pero, en breve, la dulce primavera los iba a cubrir con su
verde bandera.
El gallo Zapallo, restablecido de su afonía,
esperaba el comienzo de un nuevo día subido en su madero, con un gesto más bien
grosero. Estaba un poco enfadado, pues pensaba que el sol, hoy, se había
retrasado. Se le había enderezado la cresta y cada espolón parecía una
ballesta.